Pedro Serazzi Ahumada
Durante mucho tiempo he contado a mis amigos la experiencia que me tocó vivir por 4 años, tiempo en que fui concejal por la comuna de Diego de Almagro. Hasta el tiempo de las elecciones había sido residente por varios en El Salvador. Este artículo lo escribo en memoria Ayer, 21 de junio, en Santiago.
La política era otra experiencia de vida para mi y tuve la oportunidad hermosa de trabajar en un Concejo de lujo.
En ese tiempo en esta zona se elegían cinco concejales, más el alcalde, que fue Hernán Páez Cerda, con una hermosa historia como profesor y dirigente del Centro Para el Progreso de Pueblo Hundido, que se la jugaban por entero por las postergaciones de la localidad y luchando porque su pequeña ciudad fuera nueva comuna, lo que lograron con éxito, con un equipo de destacados vecinos de esa localidad, entre éstos, Florencio Vargas, de triste muerte en 1973.
Cuando llegué a incorporarme en el cargo, en un sondeo personal, me di cuenta que en esa ciudad el alcalde Páez tenía muchos admiradores y unos pocos que denostaban falta de aprecio y hasta que se molestaban, que aun siendo relativamente joven, a veces se emocionaba, hasta las lágrimas… La realidad me impactó y contaré – luego de describir el concejo, dos anécdotas que lo retratan en su inmensidad.
Yo no era afin políticamente ni con el alcalde, ni con ninguno los otros cuatro concejales, Luis Villena (DC), Potrerillos; Arturo Morales (DC), El Salvador; Carolina Rodríguez (DC), Diego de Almagro; e Isaías Zavala (Partido Comunista), El Salvador. El alcalde era del Partido Radical.
Se podría pensar en las diferencias que había entre nuestras militancias sería una olla de grillos. Pero lejos de eso, el ánimo de todos era trabajar por toda la comunidad, sin egoísmos, sin politiquería barata. Si un proyecto era bueno, lo aprobábamos, fuera del alcalde o iniciado por un concejal. Si habían falencias, se buscaban alternativas para mejorar la iniciativa. De tal forma que la comunidad comenzó a sentir el efecto de un Concejo, presidido por Páez, que se la jugaba por entero por el progreso que se merecía la comuna, de acuerdo a las posibilidades económicas. Eso permitió que ese equipo humano fuéramos buenos amigos.
El primer gran despegue del desarrollo económico y social de Diego de Almagro fue bajo los primeros períodos de Hernán Páez Cerda.
Me cabe destacar, que me impresionó mucho el sobresaliente conocimiento legal, administrativo y en general que tenían mis colegas concejales y el alcalde en torno a nuestra tarea, lo que me obligó a superarme mucho.
Mi voto que pudo haber valido poco, fue al contrario, porque se votaba por lo mejor, no por los intereses partidistas.
LA EMOCION DEL ALCALDE
Hablaba de los detractores y las emociones del alcalde. Sucedió en una sesión, donde el alcalde planteó una idea, con muchos antecedentes de un Hogar del Anciano Minero en D. de Almagro (que sería para los ancianos en general), la rechazamos 5 a 1, porque encontramos defectos.
Al alcalde se le nublaron ojos. Se quedó muy quieto en su asiento. Había un silencio sepulcral en la sala. Unos minutos después, saqué la voz, torpemente al principio, porque no le dije Presidente, ni señor alcalde. Fue: «Hernán, tu idea es genial pero falta darle cuerpo. Tenemos un gran equipo Serplac en esta Municipalidad. Pídele con urgencia que lo concreten en detalles.
Hernán Páez, de familia de mineros, los conocía a fondo y la tristeza de los antiguos mineros sin previsión, que la pasaban muy mal en lo que les quedaba de vida, muchos silicosos y sin dinero.
Dos semanas después, llegó un gran proyecto que aprobamos por unanimidad y la idea de Páez no sólo sirvió a los mineros de escasos recursos y de la tercera edad, si no también a muchos habitantes con carencias y enfermos de la comuna y hasta numeros vecinos de Chañaral.
RECLAMO AL PRESIDENTE DE CHILE
En uno de sus gestiones el Presidente de entonces, Eduardo Frei Ruiz Tagle, le había prometido a Páez una visita a Diego de Almagro, donde entre otros temas estaría el pedir un apoyo del gobierno para los problemas sanitarios de la comunidad, que en eso años se podrían resolver con la construcción gratuita a familias de la comunidad que carecían de baños (habia pozos negros y con suerte un pozo séptico en muchos sectores y falta de alcantarillado en varios sectores).
La solución estaban en la construcción, por muy modesta que fuera una la vivienda, de una caseta sanitaria y la conexión a red de alcantarillado. Esta contaría con un baño equipado con todo lo necesario y una dependencia para lavadora y cocina al lado.
Viajó el Presidente al norte y no consideró Diego de Almagro, iría a Huasco. Hernán Páez Cerda, muy molesto, pidió un acuerdo a nosotros, los cinco concejales, para viajar a Huasco y en su representación y nuestra, y entregarle una dura carta de protesta al Presidente.
Apenas un par de días de su regreso, en nuestro Concejo, nos dijo que S.E., sabía lo molestia de Diego de Almagro, «y me sentó a su lado en el almuerzo oficial y me ofreció el fondo Presidente de la República, para esta petición», además que se había solucionado todo y enseguida en un sobre ya traía un cheque con muchos ceros, que serviría para más de 600 casetas sanitarias (no recuerdo la cifra exacta, pero si que era muy elevada). Ese día, valoré mucho más el corazón de esa autoridad y cómo se la jugaba por su pueblo. El proyecto se ejecutó con éxito.
Nunca he dejado de admirar la obra de ese ex-alcalde que luchó arduamente por lo que fue amigos del Concejo me hicieron valorar y reconocer, que querer es poder hacer las cosas y no mentir. Que es paz descanse el recordado alcalde y amigo y que el Señor lo tenga muy en cuenta en la eternidad…
(En la fotografía: Izq. a der., Isaías Zavala, Arturo Morales, Hernán Páez, Carolina Rodríguez, Pedro Serazzi y Luis Villena.)
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